Un buen día el Patio Maravillas decidió colocar dos armatostes de notable fealdad y antiestético diseño en la calle que, según dicen, no es suya sino de todos.
miércoles, 7 de octubre de 2009
El Bici-Parking
En el artículo El porterillo del Patio Maravillas se hizo mención a la "dictadura de segunda modalidad" a la que el Patio Maravillas nos somete sin ser consciente, o al menos en contra de sus propias proclamas. Sin consenso con los vecinos nos han impuesto un ritmo de vida y configuración de la calle a pesar de afirmar que vinieron a dinamizar el barrio trabajando con los vecinos.
Dirán que están abiertos a todo y que sus asambleas son públicas pero, el impacto y agresiones a nuestras formas de vida cotinuados nos han llevado a un hartazgo tal que, resulta difícil pensar que nuevos encuentros y reuniones vayan a servir de algo.
Otro ejemplo de imposición a los vecinos por parte del Patio Maravillas es el bici-parking.
Un buen día el Patio Maravillas decidió colocar dos armatostes de notable fealdad y antiestético diseño en la calle que, según dicen, no es suya sino de todos.
Un buen día el Patio Maravillas decidió colocar dos armatostes de notable fealdad y antiestético diseño en la calle que, según dicen, no es suya sino de todos.
Como es habitual y a pesar de preconizar lo contrario, sin consultar absolutamente nada con los vecinos decidieron robarnos unos metros cuadrados de tránsito peatonal. El espacio robado no sólo corresponde a los dos bloques de cemento con vallas para amarrar y mantener verticales las bicis. El espacio robado alcanza casi el centro de la calle cuando en vez de situarlas como se ilustra en la foto (las bicis, no la basura), no las introducen en el hueco y sobresalen completamente.
Sin embargo, el espacio robado no sólo es el descrito. Algunos visitantes del Patio Maravillas deben considerar que la mejor forma de fomentar la bici como medio de transporte es invadir también nuestros portales y fachadas. Son numerosos los días en los que nos encontramos las bicis encadenadas a las ventanas de los semisótanos de nuestros edificios (algunos son viviendas), en ocasiones las ruedas invaden parte de nuestros portales y, cuando las amarran a las señales de tráfico impiden el paso de los peatones teniendo que rodearlas.
Es posible que mejorar por parte del Patio Maravillas el civismo de algunos de sus bici-visitantes, el aspecto estético y optimización del espacio robado para reducir las molestías llevase a los vecinos a aceptar la existencia del bici-parking.
Sin embargo, cuando un vecino presentó una queja al respecto en el contacto del Patio Maravillas la respuesta fue propia de un niño pequeño. El escritor del e-mail de respuesta a la queja no tuvo mayor capacidad de argumento que justificarlo todo diciendo que a él también le molestaban los coches de las otras calles y se fastidiaba.
En definitiva, parece complicado dialogar con quienes nos han impuesto su "dictadura" y en vez de escuchar o leer con atención para dar respuestas constructivas utilizan como argumento los coches, como si nosotros fuesemos culpables de su existencia.
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