El desalojo del Patio Maravillas ha permitido a los vecinos volver a vivir con la dignidad anterior a la ocupación. Sin embargo, todavía quedaba pendiente resolver los problemas derivados un tramo de calle que nunca fue peatonal por derecho, y que desde el primer día de su transformación la mayoría de los vecinos ha reclamado que fuese transitable como antaño y como corresponde a las vías de alrededor.
La irregular transformación del tramo en peatonal lo convirtió en el cagadero y meadero de perros cuyos maleducados dueños que, con independencia de si recogen los excrementos (casi nunca lo hacen) convirtieron nuestra calle en uno de los lugares más apestosos del barrio. Que el tramo no fuese transitable también ha facilitado ser el lugar ideal para quienes con el apretón de la bebida no quieren buscar un bar o esperar a llegar a su casa y coleaban esparciando su chorro en campeonatos de distancias y alturas. Al ser calle estrecha nunca hubo vientos en contra suficientes para que el chorro volviese contra su cara. Las enormes jardineras servían de refugio a quienes trapicheaban antes de la existencia del Patio Maravillas. Luego protegieron a otra panda distinta que trapicheaba con las sustancias que más se consumían en el Patio Maravillas y que además consetían y refugiaban los mismos ocupas. Tras el desalojo, volvió a trapichear la panda inicial. Lo cual demuestra como acompañando al Patio Maravillas existía un grupo que se repartía el territorio para el tráfico.
Las enormes jardineras también han servido como barra improvisada para el botellón. Los grupos siempre fueron ocasionales pero la llegada del Patio Maravillas provocó el uso generalizado hasta altas horas incluso por quienes decían pertenecer a la asamblea y abogaban por nuestro descanso. Llama la atención como con el desalojo del Patio Maravillas un grupo habitual, entre los que se encontraba el que decía llamarse "soldado español" y que frecuentaba todas las noches el edificio ocupado, también ha desaparecido. Este "soldado español" amigo de los ocupas viajó a la comisaría esposado varias veces tras dar palizas a sus compañeros de borrachera. Con el desalojo el botellón se ha reducido incluso a niveles inferiores a los de antaño.
Pero uno de los grandes problemas sigue existiendo. La terraza ilegal de La Palmera sigue funcionando hasta altas horas de la mañana. Incluso ahora cede sus sillas a quienes trapichean un portal más abajo como hacía con los que trapicheaban las drogas habituales del Patio Maravillas. Su chollo se ha terminado. Ya no va a poder seguir insultando a los vecinos y negar que la terraza a veces está abierta hasta las 5:00 AM.
El tramo peatonal también ha servido de refugio para consumir crack en nuestros portales por los visitantes del solar de San Vicente Ferrer tranquilamente, sin coches y al amparo de las jardineras.
Ni que decir tiene que nunca hemos disfrutado de un tramo peatonal puesto que por las noches se ha convertido en el parking gratuito del barrio.
Ahora que las obras han comenzado, gracias a la gestión de la AVAPM con la recogida de firmas y los acuerdos que alcanzó con el Concejal del Distrito Centro, la mayoría de estos problemas desaparecerán y, por fin, nada impedirá que ante emergencias que pudiesen ocurrir los bomberos y ambulancias puedan acceder a nuestros edificios.
No obstante, debemos ser conscientes del barrio en el que vivimos y sólo esperar que nuestra calidad de vida sea similar a los otros vecinos del barrio. Para mejorar la calidad del barrio en general sería necesario que existiera una asociación de vecinos cuyo ámbito de actuación abarcase toda su extensión ,y cuyas acciones o gestiones no estuviesen motivadas por ideologías de base que no atienden a los intereses globales y actúan favoreciendo a minorías desatendiendo las veces de la mayoría.
Entre los numerosos vecinos que han apoyado con sus firmas la transitabilidad del tramo llama la atención como los más reticentes han sido quienes no residían en el tramo o la zona antes de su transformación. Sin embargo, incluso muchos de ellos han apoyado la restauración de la normalidad perdida hace 20 años.
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